Hace un año más o menos escribía en este mismo blog sobre la
alegría que me supuso ese premio a la constancia que fue que mi amigo Perdi (después de 11 años pidiendo sitio en nuestro
Señor de la Sentencia) pudiera estrenarse en la Madrugá. Este año, otro buen
amigo de esa otra familia que tengo bajo las trabajaderas se estrenará en la
noche más mágica de Sevilla. Si ya el sábado pasado tuve otra alegría cuando Pablo
Rodríguez se convirtió en Gladiador de San Luis tras ocho años de espera, ayer
noche, tras siete años de decepciones ensayo tras ensayo, mi querido Javi Ruda
cumplió su sueño infantil de ser los pies del Señor de Sevilla.
Que Javi es un enorme costalero no me cabe la menor duda.
Aficionado y apasionado de los pasos, en la noche del 21 de febrero de 2014 convirtió
en realidad su anhelo de niñez de cambiar el ruán negro por el lienzo del
costal. Todos los que vivimos a su lado sabíamos de su ilusión en ser costalero
del Gran Poder, deseo que ayer el Dios soberano de San Lorenzo hizo realidad.
Todas esas noches frías de volverse a casa con una decepción
más o menos asumida a lo largo de los años se disiparon cuando Manolo
Villanueva tocó el martillo para su primera chicotá. Javi es un ejemplo de entrega,
amor y sacrificio a una pasión cada vez más degradada y donde la impaciencia va
supliendo a esa espera mezclada de desesperanza e ilusión.
Los años y las cofradías en las que ha trabajado le han
convertido en un buen peón, humilde y callado, trabajador en las calles malas y
noble bajo las trabajaderas. Aquel niño que de pequeño se vestía de costalero
en el salón de su casa de La Carrasca y se metía debajo de las sillas del
comedor meciéndolas al son de Campanilleros es hoy uno de esos privilegiados
que cada Madrugá hace que Dios camine por Sevilla con su singular zancada.
Con veintipocos años y una corría digna de elogio, a Javi le
queda una magnifica y larga vida como costalero. Lo mejor de todo es que de
esos sueños compartidos he tenido el privilegio y el honor de estar a su lado.
En uno de los días más felices de su vida no pude acompañarle por estar en otro
sitio haciendo lo que más nos gusta, pero él sabe que siempre me tendrá ahí y
que aún nos quedan muchos pasos que sacar juntos y disfrutar. Solo espero que
dentro de muy poco otro de mis hermanos y compañero de fatigas, mi compadre
Rodri, pueda seguir el camino de Javi y ser costalero del Señor de Sevilla.
Javi Ruda, hermano, amigo y compañero: cuando por la noche
el martillo suene en la Basílica y Manolo mande el trono de Dios, olvida
aquellas noches de frío y decepción y disfruta de cada uno de los segundos de
esa Madrugá, que aunque eterna en los sentidos, se convierte en segundos de lo
rápido que pasa.
Enhorabuena una vez más!!!!
Fotografía realizada por Rafa Garrido
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