Parece que fue ayer cuando lo conocí. Alto, rubio y todo el
día con su Virgen de la Piedad en la boca. Nos presentaron y desde ese preciso
instante en la Facultad de Bellas Artes surgió una amistad que dura ya bastantes
años.
Él me descubrió su pueblo de Albaida, sus tradiciones, su Hermandad
de Vera+Cruz. Con él entendí que había Semana Santa más allá de la SE-30, y su
gente me enseñó lo que es la entrega y amor a unos Titulares y a su Hermandad.
Sus amigos me acogieron como uno más a pesar de ser forastero, y qué decir de
su familia, cuya casa siempre es la mía no sólo en Festividad, sino en
cualquier momento.
Él también me enseñó a querer a esa bendita devoción que
habita en las Rocinas, y de su mano viví aquello que se siente y se reza con
los botos llenos de arena del camino. Gracias a él sentí la dicha y la alegría
de empezar una Hermandad casi desde cero, con todos los sinsabores y alegrías
que eso conlleva.
Nunca ha faltado a la llamada de su Hermandad de la
Resurrección, cuya Virgen de la Aurora le había enamorado muchos años antes de
conocernos. Hacerse hermano no fue mas que un mero trámite de un aurorista convencido que ha dejado lo
mejor de sí mismo en las innumerables obras con las que cuenta la Resurrección.
Como toda relación entre seres humanos, nuestra amistad ha pasado por épocas mejores
y peores, pero él siempre ha estado ahí. A pesar de todo, la distancia nunca ha
sido un impedimento. Los veinte kilómetros que separan Albaida de la calle San
Luis han sido milímetros cuando me ha hecho falta. Siempre una llamada, un
Whatsapp, un mensaje… nunca ha faltado, y sólo pido a Dios que nunca me falten.
El viernes se graduó. Por fin cumplió su sueño de ser
Licenciado en Bellas Artes (que no ARTISTA, que lo es desde que nació). Mañana
cumple años y hoy ha presentado en Santa Marina una obra que para mí, además
del significado que tiene, es muy especial, porque ha salido de las manos de mi
amigo Francisco José García Rodríguez. No faltó a su Hermandad de la
Resurrección, dejando un cartel de las Fiestas de Santa Marina que ha gustado
muchísimo y causado una grata impresión.
Pasan los años, vamos creciendo y cambiando, pero nuestra
amistad permanece. Algunas veces mejor, otras peor, pero siempre la Virgen de
la Piedad la cuidará. Por muy negra que sea la noche, al final siempre llega la
Aurora.
Amigo, hermano , ARTISTA… muchas gracias por estar en mi
vida y muchas felicidades!
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