Que la crisis nos está azotando (y bien) es algo por todos conocidos. Que quién más quién menos las estamos pasando canutas tampoco es un descubrimiento. Y con éste horizonte nada halagüeño, nos plantamos a las puertas de una nueva Semana Santa, que se presenta como un oasis a esas preocupaciones que volverán a acuciarnos el Lunes de Pascua.
Por lo tanto, estamos en una época en la que los cofrades vemos recompensando una parte del trabajo de todo un año de espera. Por doquier se celebran exposiciones donde se muestran los nuevos tesoros que nuestras cofradías estrenarán en esta Semana Santa de 2012. Y es en esto donde quisiera compartir con vosotros una reflexión a la que llevo dándole vueltas desde hace mucho tiempo.
Como ya he dicho más arriba, estamos en tiempo de crisis, y las hermandades siguen gastando dinero en cosas materiales, mientras hay hermanos que no llegan a fin de mes. Escuchando ésta afirmación tan de moda actualmente, lo primero que se nos viene a la mente sería eso de “las cofradías como siempre, gastando en oro lo que tienen, cuando ni el Señor ni la Virgen iban cubierto de joyas”… pero para los que nos movemos en éste mundo, sabemos de sobra que esto no es así, llegándome a parecer incluso demagógico y propio de ignorantes.
Cuando una hermandad acomete mejoras en su patrimonio, no está haciendo un derroche o despilfarro, sino que lleva a cabo varias cosas:
1. La más importante de todas, es la creación de puestos de trabajo. Muchos creen que las sayas o coronas crecen de los árboles, o las importamos de China. No señor. Detrás de cada buril o cada bastidor hay una persona que con su trabajo, lleva el pan a su casa.
2. Se invierte en arte y artesanía. Muchas de las disciplinas artísticas que conocemos y que constituyen la Semana Santa son heredadas de siglos, y que han hecho de Sevilla sino su cuna, si su factoría más importante. Ejemplos claros: el bordado fue importado por los caballeros cruzados y aquí alcanzó su máximo nivel, y desde la calle San Luis partieron durante siglos hacia todo el mundo el mejor pan de oro.
3. Mejora y conservación del patrimonio. Si la Semana Santa de Sevilla es lo que es, mucha culpa de esto la tienen lo que nos hemos encontrado al llegar a la hermandad, que no es más que el fruto del esfuerzo, entrega y dedicación de nuestros antepasados a lo largo de los siglos. Es obligación de las Juntas de Gobierno el mantener e incrementar ese legado que nuestros abuelos nos legaron.
Si nos atenemos a la premisa mencionada más arriba, imaginemos como sería la Semana Santa actual sin que las hermandades hubieran realizado tantos esfuerzos en la posguerra. Muchas de nuestras corporaciones se fundaron más allá del año 1939, cuando sí que no había nada de nada y sí que había una crisis que se prolongó durante años y que acuciaba hasta en lo más básico. ¿Derrocharon las cofradías entonces? Fueron consecuentes e inteligentes y crecieron en lo humano y en lo material.
Por todo esto, cuando escucho no ya a todos aquellos que nos atacan por cualquier cosa (que haberlos los hay, y muchos), sino a los propios cofrades quejarse del gasto en estrenos, se me revuelven las tripas. Nuestras hermandades son el mejor ejemplo de cómo combinar nuevos enseres o restauraciones con una incesante y creciente actividad caritativa. Es posible crecer en lo humano y en lo material. Por eso, alabo que nuestras cofradías sigan mejorando su patrimonio sin desmerecer su labor de caridad y formación.
Que no se pierdan nuestras tradiciones ni nuestro arte…
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