Cuando hoy todo el mundo sigue conmocionado por la muerte de
una mujer reconocida en todo el mundo como María de Villota, otra persona mucho
más cercana a mí ha decidido irse como vivió: sin molestar a nadie, sin hacer
ruido y con la humildad por bandera.
En la víspera de la Festividad del Pilar (como disfrutaba viendo
a la cabra de la Legión en el desfile de las Fuerzas Armadas) se nos fue para
siempre el eterno contraguía de su Maestro Manolo Santiago: Cándido Cabello Hernández, o Candi, como se
gustaba llamar.
Hablar de Candi es hablar del amor, la entrega y el
sacrificio de los costaleros antiguos. Es recordarle siempre en la trasera de
los pasos, da igual que fuera el palio de la Paz o la Carmen de Calatrava… el
siempre estuvo donde quería estar: cerca de la gente de abajo, a la que
perteneció durante muchos años.
Escudero infatigable de su capataz Manolo Santiago, formó
parte de una generación de hombres extraordinarios como Alfonsito Mellado, Pepe
Vaca, Pedrito el del garaje y entre otros que pasearon las cofradías de los
Santiago durante muchos años. Daba gusto escuchar sus anécdotas en las noches
de ensayo de Cuaresma hasta su casa, en la que le dejábamos Luis Mauriño, Pablo
Fernández o yo…
Para la Hermandad de la Resurrección también es un día
triste. Candi era un hombre de la casa. De todas las cofradías que sacaba tanto
de costalero como de negro, era solo hermano de la Resurrección. Allí donde iba
con su terno de capataz nunca le faltaba su pisacorbatas con nuestro escudo. En
las charlas que mantenía con el siempre recordaba la de noches que se quedaba a
dormir en los bancos de Santa Marina cuando ésta no tenía ni si quiera puertas,
por no hablar de las cientos de tortillas salidas de las manos de su hermana
Rosa que en cada convivencia el traía en su Vespino blanco, en el que según mi
amigo pepe Rubio, giraba sin doblar el manillar. Costaleros muchos años del Señor Resucitado, supo dar lo mejor de sí mismo a los que nos iniciábamos en las trabajaderas de Santa Marina.
Su voz, su manera de mandar o sus andares quedaran para
siempre en el recuerdos de los que tuvimos el privilegio de compartir con él
ésta bendita afición a la que sin duda le hacen falta muuuucha gente como Candi.
Descanse en paz, contraguía!
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