Ahora que por las arenas avanzan miles de peregrinos con el
único fin de postrarse ante las plantas de la Blanca Paloma, llega el momento
en el que los programas del corazón se frotan las manos. No es extraño ver
cámaras y paparazis mezclados con trajes de flamenca y sombreros de Panamá... Y
es cuando escucho a la gente decir que el Rocío es “una fiesta de maricones y
borrachos”.
No mire usted, eso no es así. La devoción a la Reina de las
Marismas viene dada desde hace siglos atrás, desde que un manriqueño la
encontró. No es un sentimiento de ayer por la mañana ni mucho menos. No fue
Carmina Ordóñez la que creó todo esto. El Rocío no es una macrobotellona de
gente pija y con dinero, que se viste de flamenca y se deja las patillas… La
romería no es estar borracho como una cuba los siete o diez días de camino…
La pena es que hay gente va con la idea de beber y otros
menesteres menos espirituosos. Ir al Rocío no es solo echarse a andar por la
Raya y andar borracho la semana de la romería. El que vaya con esa idea está de
más en la Aldea. El camino es una preparación, es un sacrificio, es una promesa
que hace cada rociero. Si no se vive con fe, sino se reza el Ángelus, sino se
despide uno del Simpecado por la noche, sino se llega a la Ermita nada más
cruzar el Ajolí… todo está demás. Es cómo salir de nazareno sin creer en Dios.
Un año más me quedo sin peregrinar por las arenas. Otro año
más vivo desde la distancia el llenarme de polvo los botos. Tendré que esperar
a otra ocasión para poder estrenar mi sombrero de Panamá que me echaron los
reyes magos. Mi consuelo es que ha sido por una buena causa (por fin tengo
trabajo, así que el sacrificio bien merece la pena). Pero no pasa nada, porque
sé que mis amigos me tienen presentes. Aún así, este fin de semana, nada que
pueda me escaparé a la Aldea, y aunque no la vea en la calle, siempre estará esperándonos
en su casa blanca al pie de las marismas…
Fotos tomadas de http://albherto.files.wordpress.com y http://www.abcdesevilla.es
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